“El sacramento de la reconciliación nos ayuda a volver al estado bautismal”

En la tarde de ayer nuestra Parroquia San José y Santa María acogió la celebración de un acto penitencial comunitario como preparación para la Semana Santa.
Más de medio centenar de personas participaron en esta ceremonia que contó con la presencia de cinco sacerdotes que ofrecieron el sacramento de la Reconciliación durante el acto.
Con motivo de este acto comunitario de penitencia, el párroco, Rafael Muñoz, CO, reflexionó sobre el perdón. Al respecto, señaló que “cuando nos bautizamos participamos de una nueva vida. El agua borra nuestros males, nos limpia y purifica, y nos invita a emprender el camino de la vida cristiana”. En este caminar -matizó- no todo es fácil, “por eso caemos muchas veces. El Señor sabía esto y por eso nos dio el sacramento de la penitencia y la reconciliación, para volver al estado bautismal”.
Su disertación continuó haciendo referencia a la parábola del Hijo pródigo, “en la que Jesús explica, por una parte, la actitud de Dios hacia el hijo que se ha ido y, por otro, las actitudes que pueden darse en nosotros ante el pecado, el arrepentimiento y el perdón”.

“La gracia que Dios nos da en el bautismo está representada en esa herencia que el hijo le pide al padre -explicó el párroco-. El hijo no administró bien la gracia, al igual que nosotros tampoco lo hacemos, y sufrimos las consecuencias: andar por la vida revueltos, con remordimientos, con tristeza...”. Pero, añadió, “como el hijo menor extraña la casa paterna, a veces nosotros también la echamos de menos”. Al volver a ella, apuntó, “nos encontramos a un Padre misericordioso, que no juzga, que acepta la llegada del hijo como el mayor de los premios, por encima de su pecado. Esa es la actitud de Dios con nosotros”.
En este sentido, concluyó, “tras el sacramento de la reconciliación se da un encuentro que se traduce en alegría, en paz y gozo interior; es como si nos quitásemos un peso de encima”. Finalmente, instó a que “la gracia de este sacramento nos prepare para vivir los días más grandes de nuestra vida cristiana”, es decir, el misterio pascual.
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